-Se hace tarde ¿volvemos a casa? Por lo que he leído en el Tuenti vas a quedar con Fede.
-Si, bueno… había pensado que si querías venir.
-No, da igual, paso de empercharme.
-Tú no te emperchas, es como si estuvieses en tu propia casa.
-De verdad, no hace falta.
Miguel me abrazó y me apretó tanto que no podía casi respirar.
-¿Sabes que siempre estaré a tu lado no?
Me susurró al oído.
-Si…
Me cogió de la mano y se quedó mirándome. Parecíamos novios. Yo me puse roja. Me dio un beso en la mano, otro en el cuello y otro en la mejilla, se acercó a mis labios y dejó solo unos centímetros de distancia.
Se me puso el bello de punta.
Le aparté y me fui corriendo a casa.
Entré en el portal, me senté en los escalones y me puse las manos en la cara, quería llorar pero no me salían las lágrimas.
¿Y si fuera verdad todo lo que decían mis amigas? Todo eso de que yo le gustaba a Miguel. Me hundiría, toda mi vida enamorada de él y ahora que tengo novio todo sale a la luz… lo peor es que dentro de tres días me iba a Málaga… y no vendría hasta principios de Septiembre, en tres meses pasan muchas cosas, tenía que hablar con Miguel y rápido, pero primero había quedado con Fede.
Me fui a mi casa, entré dejé las cosas y me puse a hacer unas palomitas, poner unas coca-colas y una película de miedo para poder agarrarme a él cuando tuviera miedo.
Llegó muy puntual, cuando le abrí me quedé asombrada de lo guapo que iba. Llevaba una chaqueta de piel negra con una camiseta blanca debajo, unos pantalones vaqueros y unas zapatillas de deporte, la verdad es que no iba muy arreglado pero le sentaba muy bien.
-Hola.
Yo respiré hondo para poder recuperarme.
-Buenas, pasa.
Me sonrió y se le iluminaron esos ojos color chocolate.
Entró y cuando cerré la puerta me cogió en brazos y me tiró en el sofá. Yo le hice sitio para que pudiese sentarse. Se acercó a mí me acarició la mejilla y me dijo al oído:
-Te quiero.
Yo le cogí del cuello y le di un beso largo, muy largo.
Nos tumbamos en el sofá y nos abrazamos mientras veíamos la película.
La verdad es que no presté mucha atención a la película, no podía dejar de pensar en lo de Miguel.
Acabó la película, pensaba que Fede estaba dormido a si que me levanté despacio para recoger las cosas pero cuando me levanté del sofá Fede me cogió de la cintura y me arrimó a él, me empezó a besar el cuello y me dio la vuelta. Yo le paré, porque sabía a donde quería parar, y no.
Le aparté y le dije:
-Ahora no, no llevamos ni una semana saliendo.
-Ya, pero si te das cuanta y contamos el tiempo que estuvimos saliendo más cuando éramos amigos… son casi cuatro años.
-No.
Me di la vuelta y me dirigí a la cocina, escuché que ponían música en el salón, no me preocupaba, ya que no había nadie, mi hermano se había quedado a dormir a casa de mis tíos y mis padres estaban en el campo, mañana yo me iría a casa de Lucía a dormir.
Me asomé al salón y vi a Fede sin camiseta me miró y me dijo con una sonrisa picarona.
-Ya que no quieres por las buenas lo aremos por las malas.
Yo me reí, esa era una de las cosas que más me gustaban de Fede, que unía lo divertido con su cabezonería.
Tenía un cuerpo de escándalo, me estaba entrando sudores, no sabía lo que me pasaba pero lo único que quería era abalanzarme sobre el.
Me senté en una silla, me divertiría viendo el espectáculo.
Fede empezó a quitarse el cinturón mientras bailaba, no podía parar de reírme.
Luego empezó a bajarse los pantalones tenía unos boxers de Bob Esponja., se lo habían regalado sus amigos por su cumpleaños, yo le regalé un reloj, que siempre lo lleva puesto.
Se acercó a mí y me agarró por la cintura, su cuerpo estaba caliente y duro, su corazón latía fuerte.
Me empezó a desabrochar, yo no quería, pero quien le decía no a ese cuerpazo.
No podía separarme de él en ningún momento, era como si estuvieras pegados el uno al otro, su corazón ya no lo sentía todo ruido lo había tapado el latido de mi corazón a mil por hora.
Solo tenía la ropa interior puesta, yo quería, claro que quería, pero no quería arriesgarme.
Le aparté de mí y dije:
-No puedo.
-¿Por qué?
-No se.
-Vale, no te preocupes.
-¿No estás enfadado?
-¿Por qué he de estarlo? Es una tontería, si no quieres no pasa nada.
-Si que quiero, pero ahora no.
-Cuando tú quieras, no hay prisa.
Me puse a llorar, no sé porque, creo que por el bajón que me dio.
El se sentó a mi lado y me abrazó.
-¿Por qué lloras?
-Lo siento, pensarás que soy una egoísta.
Me subió la cara y me miró a los ojos.
-Eso no es verdad, al contrario, me acabas de demostrar que me quieres de verdad, que no quieres que esto acabe.
Yo me abracé a él, los dos estábamos en ropa interior, me daba igual, sólo quería estar con él.
Nos quedamos dormidos al momento.
Cuando me desperté ya no estaba en el suelo, sino en la cama con una manta. Era muy atento conmigo, me encantaba.
Me puse la camiseta de Fede, los pantalones no estaban, supongo que se los había puesto, me encantaba su colonia, por eso casi siempre que puedo me pongo algo suyo para poder olerla.
Me fui al salón y vi la mesa puesta con unas tortitas, café y zumo.
-Buenos días dormilona.
-¿Y esto?
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