jueves, 23 de junio de 2011

capitulo 27 (Fin)

-No lo creo, lo sé.
Le cogí de la mano y me di cuenta de cómo nuestras manos encajaban perfectamente.
-Te quiero.
-No hace falta que me lo digas más, ya lo sé, y sabes que yo también te quiero.
-Puedo repetírtelo mil millones de veces más, pero nunca serán las suficientes.
-Con que tú estés a mi lado, es suficiente.
-Eso ni lo dudes, siempre estaré a tu lado, SIEMPRE.
Yo le abracé y me apoyé en su pecho, su corazón latía lento y seguro y su respiración iba acorde con la mía.
Y por fin llegó él día tan esperado, mi vestido de blanco, todo el mundo con sus trajes largos y sus peinados.
Mi madre estaba nerviosísima, no paraba de un lado para otro.
-Mamá ¿puedes parar? Me estás poniendo más nerviosa de lo que estoy.
-Lo siento hija, es que te estás haciendo tan mayor…
-Ya lo sé…
Terminaron de arreglarme y me subí al coche.
Cuando bajé nadie estaba en la puerta, mi padre era el único que me esperaba emocionado.
-Estás preciosa hija.
-Tú también, papá.
Entré en la iglesia y todo el mundo se puso de pie, Miguel se dio la vuelta, estaba guapísimo vestido de chaqué, me miró con ese brillo especial en los ojos y cuando llegué al altar, me dio un beso en la mejilla.
-Te quiero.
Me dijo susurrando.
-Y yo a ti.
Nos dimos el si quiero y nos montamos en el coche para irnos al hotel.
-Pues ya está eres mi esposa.
Yo le sonreí y le besé.
Llegamos y mi madre me ayudó a subir para cambiarme y ponerme el traje de la fiesta.
El baile con mi padre fue muy especial, mi padre me sujetaba con firmeza y me miraba con cara de orgulloso.
Luego bailé con Miguel, fue precioso, no sabía que bailara tan bien.
Y por fin llegó el momento de nuestra noche de bodas, cogimos un avión al Caribe y estuvimos en un hotel precioso dando al mar, aquella noche, fue la primera como marido y mujer.
Me desperté sobre las doce y media, el desayuno estaba puesto en el salón y Miguel estaba leyendo el periódico, su torso desnudo con unos simples boxers negros, me encantaba, quien diría que con veinticinco años me casaría, y más con Miguel.
Le di un beso y me fui a la terraza a desayunar, el paisaje era precioso, la arena blanca, el agua cristalina, el sol dorado haciendo que mi piel se iluminase…
Miguel se sentó a mi lado y me cogió de la mano.
-¿Es bonito eh?
-Me encanta…
Cerré los ojos y dejé que el olor a mar y el sonido de la respiración de Miguel me tranquilizasen durante unos segundos.
A las dos nos bajamos a comer y luego nos fuimos a la playa, Miguel no me dejaba ni un segundo sola.
Me senté en la orilla y dejé que las olas jugaran con mi cuerpo.
Miguel vino corriendo y me cogió en brazos.
Me tiró al agua y empezó a partirse de risa.
-No me hace gracia sabes…
-A mí si…
Se acercó a mi y me agarré a él lo más fuerte posible.
-Tranquila que no pensaba dejarte aquí tirada ni nada por el estilo… aunque ahora que lo pienso…
Yo le callé con un beso, sus ojos verdes brillaban con la luz del sol y me parecía irresistibles.
El me empezó a bajar la parte de a bajo del bikini.
-¿Qué haces?
-Venga ya son las diez de la noche, no hay nadie ¿no me dirás que no te da morbo?
El me empezó a besar y le verdad es que fue la cosas más romántica que había hecho con mi marido. “Marido” todavía se me hace raro decir esa palabra…















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