jueves, 23 de junio de 2011

capitulo 15


Me ayudó a ponerme en la cama, se tumbó a mi lado y le conté toda la historia de Fede y Miguel.
-Vaya… Si que es complicada tu vida amorosa.
-Lo sé y siento haberte hecho esto de verdad.
-Sé lo que se siente al ver a esa persona que tanto te gusta con otra persona…
-¿Si? ¿Qué te pasó?
-Es una larga historia…
-Cuéntamela por favor,
-Yo estuve saliendo con una chica hace menos de seis meses… Llevábamos saliendo ya seis años… una noche el día que hacíamos seis años, lo hicimos y con tan mala suerte de que se quedó embarazada…. Yo estaba locamente enamorado de ella y aunque fue un gran marrón me busqué un trabajo y alquilé un piso para los dos. Un día decidí pedirle matrimonio, llegué a mi casa del trabajo una hora antes ya que el jefe me dejó salir antes, llegué a casa y la vi con otro, yo me quedé destrozado, estuve sin salir dos semanas y lo que ya no pude soportar fue que el niño no era mío si no de ese tío, me había matado a trabajar para que estuvieran mi mujer y mi futuro hijo bien y todo era una farsa…
Vi como se le saltaban las lágrimas, era muy triste… a la persona que más quería en el mundo y que dio su vida por ella era nada más que una mentirosa rastrera.
Yo le abracé y nos quedamos dormidos.
El despertador del móvil sonó a las siete, era mi primer día de clase y había tenido una noche…
Cogí la ropa y me duché desayuné unos cereales y me marché, por suerte no desperté a nadie ni a David que estaba acostado en mi habitación, cogí el autobús y me puse atrás del todo, no había casi nadie en el autobús. ¿Y si me había equivocado de autobús? Me estaba poniendo muy nerviosa. Me puse los cascos para escuchas música y desconectar un poco.
Llegué era un edificio antiguo de unas tres plantas con una gran puerta. Suspiré hondo y entré.
Me dirigí a una mesa dónde estaba una mujer mayor sentada archivando unas cosas.
-Hola, soy Cristina Méndez.
-Ah… si, acompáñame y te llevaré a tu clase, no creo que haya nadie, es muy temprano.
Me llevó por un pasillo largo y estrecho con muchas puertas, abrió una que estaba en el centro a la derecha, en la clase había un chico jugando con un móvil sentado en un pupitre.
-Parece que si hay alguien.
La mujer me dio un papelito con mi horario y se marchó.
-Hola soy Román.
-Yo soy Cristina.
-Encantado.
Le sonreí y me quedé quieta en la puerta. Román se levantó y me puso la mochila al lado de su pupitre.
-Así que eres nueva…
-Sí.
-Si quieres te puedo enseñar esto en el recreo y diciéndote como son los profesores… He repetido por eso sé como son los profesores…
-Ah…
Mierda, el primero que conozco y repetidor, bueno la verdad es que tenía pinta de macarra. Era alto y musculoso con una camiseta blanca y unos pantalones vaqueros caídos dejando ver sus calzoncillos, tenían el pelo oscuro y parecía que no se lo había peinado.
Me dirigí a la ventana, era grande y tenía un paisaje precioso.
Unas chicas entraron riéndose una era alta, pelirroja con unas pecas en los pómulos y unos ojos verdes claros preciosos, la otra era un poco más baja, delgadísima, castaña con los ojos negros oscuros casi no se le diferenciaba la pupila.
Dejaron sus cosas y empezaron a hablar con Román la chica pelirroja besó a Román y las dos se dirigieron hacia mí.
-Hola soy Alicia y ella es María.
Me dijo la chica pelirroja con una gran sonrisa.
-Yo soy Cristina.
-¿Eres nueva verdad?
-Sí.
-¿De dónde eres?
Me dijo María.
-De Córdoba.
-Si quieres te puedes venir con nosotras el recreo y eso y te enseñamos esto, sé que te lo dijo Román, pero supongo que estarás más cómoda con nosotras.
-Vale.
Estuvimos la media hora que quedaba para empezar las clases hablando, cada vez el aula se llenaba más, y se iban presentando la gente… Se me olvidaban la mayoría se los nombres… Javier, Amanda, Dolores, Mónica…
Entró un hombre alto, medio calvo, con unas gafas de culo de botella y una camisa feísima.
-Tss.
Román me dio en el brazo y me giré.
-Ese es el profesor de historia, se llama Rafael, es un muermo y puedes hacer lo que quieras en sus clases nunca se da cuenta…
-Vale, lo he pillado.
Rafael se presentó y nos entregó unas fotocopias, según él era para ver nuestro nivel.
La verdad es que las preguntas eran muy fáciles, me las sabía todas.
Román me dio de nuevo en el brazo y me señaló en número tres con los dedos, era muy fácil, pero se la dije, a sí estuvimos el resto de la clase, tenía razón Román, Rafael no se enteraba de nada, cogía un libro y se ponía a leer.
Cinco minutos antes de terminar la clase el profesor recogió las pruebas y se marchó.
Todo el mundo se puso de pie a hablar, Román vino por detrás y me abrazó.
-¡Muchas gracias!
-¿Por qué?
-Si suspendo las pruebas me bajan un curso…
-¡Enserio!
-Si, espero que estén bien las respuestas…
-Eso te lo aseguro…
Alicia se metió en nuestra conversación y estuvo hablando de lo que íbamos a hacer en el recreo.
Llegó una mujer alta, muy delgada y mayor, llevaba unas gafas colgando del cuello y muchos libros en la mano.
-Esa es la de literatura, es un poco tostón pero luego en las notas es buena.
-Ok.

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