-¿Cómo que está embarazada? Será una broma ¿no?
-No señora, no es ninguna broma.
El mundo se me caía en pequeños pedazos, y Nick no estaba a mi lado.
-¿Dónde está Nick?
-Hija, te estan diciendo que estás embarazada, ¿te da igual?
-Mamá, tengo que ver a Nick, lo siento.
-Sigue en su habitación, esta noche lo bajarán.-Dijo el doctor.
-Por favor tengo que ir a verle, por favor.
-Hija por Dios, ¿no ves tu estado?
El doctor me miró y me dedicó una cálida sonrisa.
-Tranquila señora, yo la acompañaré.-dijo el doctor mientras se acercaba.
Le hizo un gesto a una enfermera y a los cinco minutos traía una silla de ruedas.
Llegamos a la sala y me dejaron junto a la camilla, tenía muchas heridas.
-Nick, sé que alomejor es una tontería decírtelo ahora, pero estoy enamorada de ti, nunca me he atrevido a decírtelo, y sé que donde quiera que estés tendras una de esas sonrisas que tanto me gustan.
En ese momento me derrumbé, le cogí de la mano y apollé mi cabeza en su pecho, pero estaba mudo, ni un latido, NI UN PUTO LATIDO, nada, mudo.
Ya no tenía ninguna esperanza, todo se había cabado ahí. Solo quería escuchar un simple te quiero de esos preciosos labios rosados.
Entonces me di cuenta, tenía que tener a mi bebé, nada de aborto como habría hecho en otro caso, este bebé tenía una parte de Nick y no podía hacer que se estinguiera, sé que Nick me habría dicho que estaba loca, que era muy pequeña y se habría culpado por todo llamándose capullo y hijo de puta.
Al recordar eso una sonrisa se escapó entre tanta lágrima, sabía que tenía que seguir adelante con este embarazo, lo sabía, y también sabía que Nick, en el fondo también estaría ilusionado.
Me levanté de su pecho y lo volví a mirar, tenía los ojos cerrados, ya nunca más podría volver a sentir como esos ojos me derretía o se iluminaban cada vez que le decía "Te quiero".
-Nick, te amo, nunca habrá nadie como tú.
Cerré los ojos y me lo imaginé abrazándome en esos brazos fuertes, sintiéndome segura o cogiéndome dándome dulces besos en el cuello aguantándome las cosquillas.
Le echaría tanto de menos, ahora sabía que no me encontré con Nick por casualidad, todo lo planeó el destino.
Me levanté como puede de la silla de ruedas y cogí su ropa, estab llena de sangre, pero aún así olía a su colonia, esa colonia con la que soñaba cada noche...
Otra vez la lágrimas caían por mis miejillas, nada las podía parar, me senté en el suelo y puse su ropa en mis piernas, estube observándola hasta que algo me llamó la atención, en el bolsillo derecho de su pantalón había una pequeña cajita junto a un papel arrugado.
El papel decía:
Mi queridísima Marta:
Te quiero, y te juro que cada momento que he pasado a tu lado ha sido especial.
Te escribo esta carta sentado en un taburete medio roto, encima de una mesa coja observándote como duermes plácidamente. Estámos locos, ¿como hemos podido escapárnos? Pero sé que todo va a ir bien, que siempre estaremos juntos, jaja que cursi soy, pero es lo que siento.
Te quiero hacer este pequeño regalo como muestra de mi amor, sé que no es un diamante ni oro ni tampoco plata, pero el amor está en los pequeños detalles.
te quiero Nick.
Siempre juntos... esas promesas ya eran solo un sueño, una pequeña nube pasajera, lo tenía delante mía, tumbado, con un corazón mudo y no podí ahacer nada.
Abrí ala caja y había dos pulseras, tenían grabados nuestros nombres. Me la puse y me acerqué de nuevo a Nick, le di un dulce beso en aquellos labios dormidos y le puse su pulsera.
-Siempre.-Dije sentándome de nuevo en la silla para esperar a que el doctor viniese a por mí.
Chica me has echo llorar!:') Me encanta tu historia! (L)
ResponderEliminarmychas gracias cieloo
ResponderEliminar